EL APRENDIZAJE GUIADO POR EL ARTE Y LA PASIÓN

El renombrado chelista estadounidense de ascendencia china Yo-yo Ma, se ha interesado por la educación escolar desde hace ya casi dos décadas. Como él mismo dice, la conexión entre el arte y la educación es totalmente natural pues “el arte ofrece una manera poderosa de inspirar la pasión y la curiosidad en los jóvenes y ayuda a estudiantes y profesores a conectarse entre sí (…), con sus comunidades y con el mundo”. Por medio del programa “The Music of Strangers”, Yo-yo Ma, junto con sus colegas del ensamble Silk Road, han colaborado con escuelas y proyectos educativos alrededor del mundo.

“Descubrimos que la curiosidad, la imaginación y el asombro son claves para desarrollar la comprensión, permitiéndonos abrazar nuestras diferencias”, escribe el músico.

Esta no es la primera vez que el arte y la educación se integran. Esto es porque el proceso de aprendizaje es como el proceso artístico: un proceso en el que las emociones juegan un papel central, de la mano de la exploración y la evidencia tangible de la mejora constante. En la mayoría de este tipo de iniciativas, no es sólo el arte, sino las actitudes y disposiciones propias de las artes las que se explotan. Una de esas actitudes es, por ejemplo, la capacidad de escuchar. La “Pedagogía de la escucha”, como le llama la educadora italiana Carla Rinaldi –conocida por su extraordinaria labor en la educación pública de Reggio Emilia– se centra en acompañar los procesos del desarrollo infantil más que imponerlos. “El aprendizaje en el niño es motivado por una curiosidad insaciable y el deseo por hacer sentido del mundo”, indica. Esto involucra hacer preguntas, encontrar patrones, hacer conexiones, construir teorías y tomar acciones, todo ligado a la emoción. El trabajo del profesor, en ese sentido, es el de saber escuchar para guiar a los estudiantes de modo que sepan qué hacer con esas emociones.

Guiados por las preguntas: ¿Cómo podemos, como artistas y educadores, cultivar la práctica de escuchar? y ¿cómo el escucharnos a nosotros mismos y a nuestros estudiantes apoya el desarrollo del aprendizaje/ aprendices guiados por la pasión?, la escuela de posgrado en educación de la Universidad de Harvard (HGSE) reunió las iniciativas antes mencionadas en un curso intensivo dirigido a profesores, pedagogos y artistas de todo el mundo. Steve Seidel, uno de los principales investigadores de Project Zero y director del programa Arts in Education en Harvard, guió la discusión del curso Arts and Passion Driven Learning resaltando aspectos que tanto en las artes como en la educación resultan determinantes para el desarrollo del verdadero potencial humano: su capacidad creadora y transformadora. Esto implica ser empáticos –y por ende, escuchar a otros y escucharnos a nosotros mismos–, reconocer el valor de las diferencias, el valor del “no saber” y aprender de otros, e identificar las maneras como nuestros sentidos nos conectan con el mundo.

“Necesitamos más significado, no más información (…), tomar la decisión de escuchar y de escucharnos a nosotros mismos, colectivamente”, enfatizó Seidel.

Los esfuerzos que se hagan desde la educación serán la clave para el camino que seguirá nuestra historia, nuestro país, nuestra especie. Como seres sociales, no podemos ignorar al otro, dejar de aprender del otro y abrirnos a escuchar (algo ligado a la reciprocidad e interdependencia). Es probable que en muchos casos hayamos estado trabajando al revés: empujando a las nuevas generaciones a tomar la forma de los adultos, de los sistemas establecidos, en lugar de ver y escuchar –escuchar “con el cuerpo entero”, dice Rinaldi– a los jóvenes y a los niños. Debemos enfrentar el futuro no desde el pasado sino con el futuro mismo: esas nuevas generaciones; aprender de ellos, más que sólo pretender enseñarles. Es esa curiosidad, esa pasión, esa capacidad de empatía natural en los primeros años de nuestras vidas, lo que debemos exaltar y acompañar, más que moldear. “Escuchar profundamente significa tener la valentía de cambiar”, la educación debe centrarse en apoyar el momento en que el niño descubre aquello que nos hace humanos, conectar la escuela con la comunidad, brindarle a la comunidad la perspectiva del niño. Las artes, y la pasión que conlleva, pueden brindarnos esa posibilidad de apertura y definir una verdadera posibilidad de transformación.


*Imagen: Silk Road Ensemble

Agosto, 2016

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