dolor
ojos hinchados
cansancio
insatisfactoria satisfacción
depresión contagiosa
–cuarentena–
un beso para cada uno de tus ojos
un respiro profundo detrás de tu oreja
mi palma en tu espalda
mi rostro en tu pecho
dame la mano
no volvás a soltarla
vámonos ya
se me cae el rostro
se me caen las manos
los pies se arrastran
los ojos se retuercen
dame mi corazón de regreso
siento que lo he perdido
estoy vacía por dentro
hay una estalactita en cambio
un trozo helado
un espacio apretado
cerrado
congelado
mi cuerpo es una pluma
y una piedra
me desnudo para que me juzgues
¿reconocés este insomnio?
extraigan el alma
el corazón
los órganos
que aún guardan algún recuerdo
no quiero ser
huella de nada
recuerdo de nadie
cierro los ojos
y desaparezco
desaparecer un día
una noche
hoy
llévenme allí
déjenme acurrucarme allí
ahora
este es mi refugio
vos no sos mi refugio
yo te esperaba
esperé sentada
esperé suspendida en el tiempo
pero vos llegaste
y el que volvió
fue mi pasado
me dio tanto miedo
y no supe definirlo
no supe hacerme camino
entre toda la niebla
quería abrazarte
quería besarte
quería tener hijos contigo
mi cabeza me repetía que eras vos
mi corazón no lo escuchaba
hacía tiempo ya
que se había apagado
te amé como nadie
como a nadie
pero la hora era vieja
el tiempo estaba amargo
no supe cómo
sostenerte
cómo entenderte
tus palabras estaban cubiertas
de reproches y de insultos
tus caricias de memorias
putrefactas
no dejaba de verlas
no dejaba de encontrarme sola
en medio de todas ellas
quiero soltarme
volar
moverme con el viento
desaparecerme
por un instante
solo por instante
volver a vos.
2012
Imagen: christine lantz