Y te fuiste. Así nomás. Te arrancaste de mi, de todos nosotros. Aún es demasiado pronto para pensar, para aceptar, que no estás. Tu cuerpo gélido en inmóvil, tu rostro casi de niña, tu gesto tan dulce, como si durmieras. ¡Ojalá sólo durmieras!
Y no sabés cuanta rabia dá no haberte dicho más, no haber pasado más tiempo contigo, no haber llamado cada vez que pensé que lo haría y no lo hice.
Siempre estuviste, ¿cómo darme por enterada de que ya no estás? Aún escucho tu voz, pronto se irá borrando. ¿Qué puedo hacer para no dejar de escuchar tu voz?
La vida no es justa –la muerte no es justa–. Te he querido tanto. Duele en el pecho, como un trozo que falta, una punzada en las manos, en los ojos, en la boca del estómago, en la garganta y en los párpados. Me siento diminuta.
20 de mayo, 2008
Imagen: SOPHIE CALLE Les Tombes / The Graves, 1990