Venecia es una ciudad con sonido de agua y viento. Ventanas minúsculas y puertas enormes. Puentes, pasadizos, arcos. Paredes que se hunden en el agua, que a su vez ha dejado su huella enmohecida dibujando un zócalo debajo de las ventanas y sobre las puertas de madera. Una basílica bizantina con un techo y un piso completo de mosaico en dorado; un altar de oro y piedras preciosas. Farolas, fruterías, tiendas de máscaras, títeres y vidrio soplado. Una plaza con suelo de palomas, jazz resonando en las paredes y un mundo de gente de todo el mundo. Las calles son canales señalizados como calles, navegados por góndolas con acordeonistas, cuya música se extiende a través de las altas paredes que lo rodean, yates y pequeñas lanchas, además de la lancha-camión de la basura, la lancha-bus y la lancha-taxi. Palacios que se inundan varias veces al año, al subir la marea, creando escenas un tanto mágicas un tanto apocalípticas. Balcones floreados, restaurantes con olor a mariscos, galletas de pistacho.
Desayuno de brioche, yogurt y té. La mañana es fría. Llueve. La gente corre por la plaza San Marco con la sombrillas destrozadas por el viento, cubierta con capas de plástico de colores. Las góndolas atadas a la orilla se chocan entre sí, el agua se rebalsa, las olas revientan sobre las aceras. La basílica se refleja en el agua que ya ha llegado a sus pies y se cuela debajo de sus puertas gigantescas. El viento parece reventar en las orejas. El caos es parte de este parque temático que un día fue ciudad y que por alguna razón se ha mitificado en nuestra memoria, ese imaginario construido cuidadosamente a través de historias que no nos pertencen ni nos pertenecerán nunca.
Cosa curiosa la distancia. Las sensaciones, los olores, los sabores, las percepciones. Los sueños se llenan de caras y paisajes nuevos, y se mezclan con los viejos, con todo lo archivado, incluyendo lo que había pensado que había olvidado. El plot de la historia da un giro completo. Los capítulos parecen multiplicarse. Las palabras se vuelven cada vez más pobres. A pesar de que la cabeza está llenándose constantemente de nuevas, en otro idioma.
2006
Imagen: RAN ORTNER