Eras mis citas diarias
llenas de profundas
y divertidas conversaciones imaginarias.
Te convertiste en mi amo, y yo en tu esclava
y la del tiempo que pasaba esperandote.
Eras la literatura, la musica,
la noche, las mañanas tranquilas.
Te decia a diario que te queria,
te abrazaba por horas, y las alargaba.
Caminaba sobre nuestros pasos,
y regresaba una y otra vez.
Cada dia volvia a ser mas joven
regresando a dias viejos,
esmerandome por pasar alli, contigo, un rato.
Y lloraba, lloraba todo el tiempo,
sobre la almohada y sobre el cuaderno,
sobre las mesas, las copas,
sobre los ceniceros y los espejos…
Bailaba contigo en los pasillos,
en las banquetas, en los taxis, en las tiendas.
Y te cantaba canciones silenciosas en los cines,
en las galerías y en los bares, incluso en las discotecas.
Luego probé olvidarte.
Ahora ya no lloro.
No tanto, no siempre.
Guarde las conversaciones
para las paginas de mi cuaderno exclusivamente
y los bailes para los sueños.
Luego deje las canciones para los recuerdos,
a modo de soundtrack.
2005
Imagen: Ralph Gibson