Silencio.
Allí vienen mis doncellas.
Se acercan de puntillas
con sus batas rosas
y sus rostros infantiles.
Silencio.
Que entran con cuidado
se aproximan a mi cama
esforzándose por no hacer ruido.
Aquí están ya.
Me han traído
en charolas de plata
un banquete de sueños
y en una botella
un poco de eternidad.
Me acarician el cabello
me acomodan
me sirven
los manjares veraniegos
para agotarme.
Sacan de pequeños sacos de terciopelo rojo
los puñales
para corromperme.
Y con su cara endemoniada
y angelical de calavera
me sonríen
me levantan.
Silencio.
Que ya me llevan
con mis palabras trabadas en la garganta
a la penumbra.
Silencio todos.
El universo se hace gigante
y mi tumba lecho suave.
Nuevas luces nacen
como bellas flores
brillan
como doncellas.
1999
Imagen: Luisa González-Reiche