Suena la guitarra abandonada
por los dedos
de la melancolía.
Suena esa guitarra,
árbol afinado,
en breves espacios,
sonido de aves muertas; ajadas.
Guitarra libre sin alas.
Guitarra llorona y quebrada,
flores cursis
de amor destructivo.
Que todo caiga y se acabe.
Que todo lo que existe deje de existir
pero que esa guitarra; tu guitarra
continúe melodiosa y errante para siempre
por los caminos que conducen a mi corazón
dañado,
amor musicouniversal; narcomusical,
confortador
y exterminador de sí mismo.
1999
*Imagen: Egon Schiele «Der Tod und das Mädchen»