Hay en el cielo una sonrisa triste
que me mira
como si tuviera tus ojos
arrancados
y entre sus garras los detuviera
apuntando hacia mi soledad
que es un lago que crece
y se hace lluvia
y cae como piedras
haciéndome sangrar
(remembranzas).
No quiero estar aquí
porque estoy acostumbrada
a vivir aquí con tu voz
(que no solía decir adiós)
y no puedo digerir
el hecho de que continúe
en éste lugar
sin saber de tu camino indefinido.
Abstraída me detengo en el sitio
en el que nos revolvimos.
Hay una tarde
que se extiende en mi espalda
y se hace azul oscura
y luego negra;
un negro de muerte
con el silencio
de tu presencia transparente.
1999
*Imagen: Michael Borremans